Estudiar es uno de los grandes dilemas que se presentan en la vida del adolescente cuando su transición a la adultez es más cercana y por eso, las universidades pueden generar un tanto de ansiedad y/o miedo en esta etapa, tanto por el hecho de aplicar y quedar en una, como por no saber la carrera que finalmente se elegirá en este proceso, así que para que tus dudas se despejen, inscríbete en 42.
¿Qué es?
Desde 2013, este instituto ocupa un lugar en el Boulevard Bessières de París, en el distrito 17, haciendo frontera entre la ciudad y los suburbios, con una característica inusual ya que por tan sólo 7 mil euros al año, permite la educación de todo aquel que quiera ser programador, o como ellos mismos dicen, todo aquel que haya nacido para el código, pero con la manera peculiar de poner a los alumnos en contacto con la formación y lo laboral en el mismo lugar, haciendo de este centro algo un tanto único en temas pedagógicos.
Lejos de la educación convencional, esta escuela se caracteriza por:
- No hay profesores en el recinto, ya que sólo existen tutores y guías que permiten establecer un plan de estudio o mercado según sea el caso, ara que el alumno pueda avanzar de la manera adecuada y permita su desarrollo óptimo en cuanto a los detalles de la programación, lo que genera que finalmente no existan las clases de manera conocida.
- Y hablando de eso, realmente no hay clases, en 42 se apuesta a la capacidad del alumno para conseguir lo necesario en la web de manera autónoma y fidedigna, para después jerarquizar y filtrar la información dentro del ejercicio a realizar, en busca del objetivo final.
- No hay puntuación, al menos en modelos de calificación. La propia academia tiene una interfaz electrónica o virtual que permite que cada alumno se conecte como si de un juego se tratase, donde acumula puntos de experiencia según las tareas y sube de nivel. El primer nivel de corte es el 21 (mitad del 42), donde se establece que ya la persona está apta para el campo laboral.
- No hay correcciones, ya que en esta escuela o instituto, los propios compañeros evalúan a los demás y con esto se establecen lazos y buenos conceptos de trabajo en equipo, premiando a cada uno con distintas insignias.
Dentro de este mundo, cada quien hace su propio mundo y contribuye al desarrollo de nuevos cerebros programadores para el futuro.